domingo, 21 de diciembre de 2008
DICCIONARIO RAE capacho
(De capazo).
1. m. Espuerta de juncos o mimbres que suele servir para llevar fruta.
2. m. capazo (‖ espuerta acondicionada como cuna).
3. m. Media sera de esparto con que se cubren los cestos de frutas y las seras del carbón y donde suelen comer los bueyes.
4. m. Especie de espuerta de cuero o de estopa muy recia, en que los albañiles llevan la mezcla de cal y arena desde el montón para la obra.
5. m. En las almazaras, sera redonda de esparto que se llena con la aceituna ya molida para prensarla.
6. m. chotacabras.
7. m. Planta tropical del género del cañacoro y de fruto comestible.
8. m. coloq. Religioso de la Orden de San Juan de Dios.
9. m. Ven. Planta de la familia de las Cannáceas, cuya raíz es comestible y de uso en medicina. Hay dos variedades: una blanca y otra morada.
10. m. Ven. Raíz de esta planta.
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Desde la carretera daba la impresión de que medio pueblo de Alfacar ardía. A las 7,40 de la tarde la imagen de San Sebastián salía de la ermita de Las Canteras anunciada por cohetes y veinticinco hogueras que comenzaban a arder en todo el pueblo. Una año más, los vecinos estaban cumpliendo con la antigua tradición de 'la quema de los capachos'. Se trata de una costumbre que se instauró al regreso de los lugareños que sobrevivieron a la guerra de Cuba. Para celebrar el evento se sacó en procesión a San Sebastián desde su ermita del cementerio hasta la de las Canteras, recorriendo el pueblo para llegar finalmente a la iglesia, donde permaneció hasta una semana después, que dieron comienzo las fiestas populares; exactamente igual que se hace ahora.
Mientras tanto, los vecinos apilaban en sus puertas los utensilios inservibles usados para las faenas del campo y la casa: maderas viejas, pleitas y capachos que ardían al paso del santo. Y quienes más aportaban en un pueblo como éste, cómo no, era los panaderos, que aún suman más del medio centenar. Hoy día son retamas, broza y algún que otro trasto viejo los que engrosan las gigantescas piras que iluminan el pueblo y los cerros cercanos. Aunque según Juan, el alcalde, «en los años 40 era mucho más sonado, aún mantenemos la tradición».
El acto sirvió para anunciar las fiestas; y para ello nada mejor que disfrutar también de unas horas de convivencia donde el forastero tiene sitio sin pedirlo alrededor de cualquier hoguera, porque los vecinos aprovechan las ascuas para asar carne, hacer rosetas y degustar el recién elaborado vino del terreno, buscando algo de calor en una noche que se presentó más que fría.
Una fiesta que se prolonga hasta la madrugada mientras el San Sebastián espera en la parroquia que el pueblo le rinda homenaje en las fiestas.
IDEAL: 14 de enero de 2002
La noche de los capachos
Se celebra el segundo domingo de Enero, esta es una costumbre íntimamente relacionada con la principal de las industrias del pueblo, la panadera, que consistía en la quema de los capachos que durante un tiempo habían utilizado los panaderos para transportar en los mulos el pan que distribuían por gran parte de Granada Capital y pueblos de los alrededores.
A lo largo de todo el año, estos panaderos iban acumulando los capachos deteriorados, que más tarde servirían para quemar en grandes fogatas, junto a ramas de zarzas y broza del campo.
En la actualidad, y tras haberse modernizado la industria panadera, realizándose el transporte de pan en vehículos de motor, han desaparecido los citados capachos, así al carecer de elfos, hoy se queman toda clase de objetos inservibles aportados por todos los vecinos cercanos. En torno al fuego las personas conviven durante horas, suponiendo ello, un tiempo de relación entre las distintas familias.
http://www.fiestasdeandalucia.com/provincia/granada/villa_alfacar_noche_capachos.htm
La noche de los capachos
Se celebra el segundo domingo de Enero, esta es una costumbre íntimamente relacionada con la principal de las industrias del pueblo, la panadera, que consistía en la quema de los capachos que durante un tiempo habían utilizado los panaderos para transportar en los mulos el pan que distribuían por gran parte de Granada Capital y pueblos de los alrededores.
A lo largo de todo el año, estos panaderos iban acumulando los capachos deteriorados, que más tarde servirían para quemar en grandes fogatas, junto a ramas de zarzas y broza del campo.
En la actualidad, y tras haberse modernizado la industria panadera, realizándose el transporte de pan en vehículos de motor, han desaparecido los citados capachos, así al carecer de elfos, hoy se queman toda clase de objetos inservibles aportados por todos los vecinos cercanos. Entorno al fuego las personas conviven durante horas, suponiendo ello, un tiempo de relación entre las distintas familias.
http://www.fiestasdeandalucia.com/provincia/granada/villa_alfacar_noche_capachos.htm
viernes, 19 de diciembre de 2008
Capítulo Tres Había una vez
Los hermanos de Despereaux intentaron educarle en cómo debe ser un ratón. Frano le llevó a dar una vuelta por el castillo para enseñarle el arte de escabullirse.
-Muévete de lado a lado -explicó Frano deslizándose sobre el suelo encerado del castillo-. Mira hacia atrás por encima del hombro todo el tiempo, primero a la derecha y luego a la izquierda. No te pares por nada.
Pero Despereaux no escuchaba a Frano, sino que contemplaba la luz que se derramaba a través de las vidrieras del castillo. Se paró- sobre las patas traseras, sostuvo el pañuelo sobre su corazón y miró más y más arriba a la luz brillante.
Frano -preguntó-, ¿qué es esa cosa? ¿Qué son todos esos colores? ¿Estamos en el cielo?
-¡Cáspita! -gritó Frano desde una esquina a lo lejos-. No te quedes en el centro de la estancia hablando del cielo. ¡Muévete! Eres un ratón, no un hombre. Tienes que escabullirte.
-¿Qué? -respondió Despereaux, que todavía miraba la luz.
Pero Frano se había ido.
Frano había desaparecido por un agujero de la moldura como un buen ratón.
Merlota, la hermana de Despereaux, lo llevó a la biblioteca del castillo donde la luz entraba por altos ventanales y se posaba en el suelo formando brillantes parches amarillos.
-Venga -dijo Merlota-, sígueme, hermanito, y aprenderás lo mas importante acerca de cómo roer papel.
Merlota trepó a una silla y de ahí saltó a un atril sobre el que descansaba un enorme libro abierto.
-Por aquí, hermanito -dijo metiéndose entre las páginas del libro.
Despereaux la siguió, a la silla, al atril y a las páginas.
-Fíjate bien -dijo Merlota-. Esta cola de aquí es muy sabrosa y los bordes del papel son crujientes y apetitosos.
Mordisqueó el borde de la hoja y luego miró a Despereaux.
-Inténtalo -dijo-. Primero mordisquea un poco de cola y luego toma un buen bocado de papel. Y esos garabatos de las hojas son riquísimos. Despereaux bajó la vista al libro y, de repente, ocurrió algo muy sorprendente: las. marcas de las páginas, los “garabatos" como Merlota los había llamado, cobraron forma. Las formas se dispusieron a su vez en palabras, y las palabras formaron una frase encantadora y maravillosa: había una vez.
-Había una vez -susurró Despereaux.
-¿Qué-? -dijo Merlota.
-Nada.
-Come -dijo Merlota.
-No puedo, de ninguna manera -respondió Despereaux separándose del libro.
-¿Por qué?
-Hum -respondió Despereaux-. Arruinaría la historia.
miércoles, 17 de diciembre de 2008
Proverbio hindú
cerrado un amigo que espera;
olvidado, un alma que perdona;
destruido un corazón que llora.
GABO
Puedo imaginarme ahora cómo debió sentirse el abuelo porque alguien lo hubiera corregido en presencia del nieto. Sin pensarlo siquiera, lo superó con una pregunta digna:
-¿Cuál es la diferencia?
-No la sé -le dijo el otro-, pero éste es un dromedario.
El abuelo no era un hombre culto, ni pretendía serlo, pues se había fugado de la escuela pública de Ríohacha para irse a tirar tiros en una de las incontables guerras civiles del Caribe. Nunca volvió a estudiar, pero toda la vida fue consciente de sus, vacíos y tenía una avidez de conocimientos inmediatos que compensaba de sobra sus defectos. Aquella tarde del circo volvió abatido a la oficina y consultó el diccionario con una atención infantil. Entonces supo él y supe yo para siempre la diferencia entre un dromedario y un camello. Al final me puso el glorioso tumbaburros en el regazo y me dijo:
-Este libro no sólo lo sabe todo, sino que es el único que nunca se equivoca.
Era un mamotreto ilustrado con un atlante colosal en el lomo, y en cuyos hombros se asentaba la bóveda del universo. Yo no sabía leer ni escribir, pero podía imaginarme cuánta razón tenía el coronel si eran casi dos mil páginas grandes, abigarradas y con dibujos preciosos. En la iglesia me había asombrado el tamaño del misal, pero el diccionario era más grueso. Fue como asomarme al mundo entero por primera vez.
-¿Cuántas palabras tendrá? -pregunté.
-Todas -dijo el abuelo.
GABRIEL GARCÍA MARQUEZ
EL ACUERDO DE LA NIEVE Y EL SOL
Había una vez una ciudad llamada Villalila. Los niños, cada día miraban por si había nevado. Pero nunca veían nieve. Un día, el sol llamó a la nieve.
- Nieve, ven.
La nieve fue corriendo. Cuando llegó, le dijo al sol:
- ¿Qué quieres, amigo?.
- Quiero que hagamos un trato.
- ¿Qué clase de trato? - dijo la nieve-.
- Pues que salgas tú mañana y yo al día siguiente.
- No me gusta el trato –dijo la nieve-.
- Entonces, sal tú una semana y después salgo yo otra.
- Tampoco me gusta, pero tengo otra idea.
- ¿Cuál? –dijo el sol-.
- Que yo salga una semana hasta que los niños se cansen de nieve, de muñecos de nieve, de guerras de nieve y todo eso. Saldrás cuando se cansen de mi y descongelarás la nieve y dejarás todo como estaba al principio.
El sol contestó:
- Vale, trato hecho. Pero ¿quién sale primero?.
- Yo, dijo la nieve. Y así fue como se hizo.
martes, 16 de diciembre de 2008
Kate DiCamillo DESPEREAUX
El mundo es oscuro y preciosa la luz.
Acércate, querido lector.
Debes confiar en mí.
VOY a contarte una historia.
un cucharada de sopa
y un carrete de hilo
francés que estaba de visita. "Decepción" era una de sus palabras favoritas: la utilizaba a menudo.
Día del libro
Enseñar a leer, tal sería el sólo y verdadero fin de una enseñanza bien entendida.
Charles Péguy
El uso total de la palabra para todos me parece un buen lema, de bello sonido democrático. No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo.
Gianni Rodari
El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo "amar"..., el verbo "soñar". [...]. Difícil enseñar las Bellas Artes, cuando la lectura exige hasta tal punto el retiro y el silencio.
Daniel Pennac
"Con los libros pasa lo mismo que con las personas, que unas empiezan a hablarte de otras y se va tejiendo y ampliando una red de conocidos de amigos, y amigos de conocidos, a la que se acaba conociendo por curiosidad o por azar".
Carmen Martín Gaite
"Considerando la lectura en su concepto más amplio, la escuela tiene que capacitar con los recursos y estrategias adecuadas a los alumnos y alumnas para una lectura crítica y reflexiva de todo tipo de mensajes procedentes de los libros de literatura, libros documentales, prensa, televisión, radio, mensajes corporales, etc."
(Decreto de Educación Primaria. Área de Lengua Castellana y Literatura. Junta de Andalucía, 1992)
Decálogo para padres
Diez principios imprescindibles para crear buenos lectores
(Leer te da más. Guía para padres)
1. Dar ejemplo.
Las personas adultas somos un modelo de lectura para los niños. Leamos delante de ellos, disfrutemos leyendo.
2. Escuchar
En las preguntas de los niños está el camino para seguir aprendiendo. Estemos pendientes de sus dudas.
3. Compartir
El placer de la lectura se contagia leyendo juntos. Leamos cuentos, contemos cuentos.
4. Proponer, no imponer
Es mejor sugerir que imponer. Evitemos tratar la lectura como una obligación.
5. Acompañar.
El apoyo de la familia es necesario en todas las edades. No los dejemos solos cuando aparentemente saben leer.
6. Ser constantes
Todos los días hay que reservar un tiempo para leer. Busquemos momentos relajados, con buena disposición para la lectura.
7. Respetar
Los lectores tienen derecho a elegir. Estemos pendientes de sus gustos y de cómo evolucionan.
8. Pedir consejo
El colegio, las bibliotecas, las librerías y sus especialistas serán excelentes aliados. Hagámosles una visita.
9. Estimular, alentar
Cualquier situación puede proporcionarnos motivos para llegar a los libros. Dejemos siempre libros apetecibles al alcance de los niños.
10. Organizarse
La desorganización puede estar reñida con la lectura. Ayudémosles a organizarse: su tiempo, su biblioteca...
© 2002 Secretaría General de Educación y Formación Profesional