lunes, 16 de marzo de 2009

La filosofía del trabalenguas es sencilla

La filosofía del trabalenguas es sencilla: se trata de repetir muchas veces el mismo sonido (aliteración) o sonidos muy parecidos o difíciles de combinar. Para ayudar a memorizarlos, suelen llevar una rima. Aunque la rima puede hacer más complicado el trabalenguas, porque sugiere la repetición de un verso semejante, y suele haber cambios... Esto nos viene muy bien para practicar, porque los austriacos confunden con facilidad la trilogía de fonemas sonoros BDG (bodega) con los fonemas de la trilogía sorda gemela PTK (petaca). Así que ordenamos los trabalenguas por la letra o letras que más se emplean.
BE (y de, aunque sólo hay una: al menos, sirve para practicar la "no-diferenciación" entre be y uve)
Ese bobo vino nunca beber debe, vida boba y breve vivirá si bebe.
CE (con sonido CA) y te
Pepe Cuinto contó de cuentos un ciento,
y un chico dijo contento:
— ¡Cuántos cuentos cuenta Cuinto!
CA y eme
¿Cómo en Como come Ud?,
¿Cómo, que cómo como en Como,
como en Como como en Como como,
como en Como como en Como come Ud.
CA (y pe)
El cielo está encapotado.
¿Quién lo desencapotará?
El desencapotador que lo desencapotare
buen desencapotador será.
CA complicada con el diptongo "hue"
Comí cacahuetes, me encacahueticé,
ahora para desencacahuetizarme,
cómo me desencacahuetizaré.
LETRA CHE (y te)
María Chucena techaba su choza
cuando un leñador que por allí pasaba le dijo:
— María Chucena, ¿techas tu choza o techas la ajena?
— Ni techo mi choza ni techo la ajena,
techo la choza de María Chucena.
CHE (esto no es propiamente un trabalenguas, sino una múltiple repetición de "dicho")
Me han dicho que tú has dicho un dicho que yo he dicho.
Ese dicho está mal dicho, pues si yo lo hubiera dicho,
estaría mejor dicho que el dicho que a mí me han dicho
que tú has dicho que yo he dicho.
DE y be (muy bueno para los austriacos). Las erres intercaladas sirven para confundir
Dábale arroz a la zorra el abad
JOTA: esto no es un trabalenguas, sino un ejercicio de repetición de esta letra
Juanjo el de Gijón
le dijo a los hijos de Juana
que dejaran de jugar
en el jardín de Gerónimo.
ELE y de (dr)
El suelo está enladrillado,
quién lo desenladrillará
el desenladrillador que lo desenladrillare
buen desenladrillador será
LETRA EME (y erre)
No me mires.
Que miran que nos miramos.
Y si miran que nos miramos,
Dirán que nos amamos.
NS
El cielo de Constantinopla
se quiere desconstantinopolizar
el desconstantinopolizador que lo desconstantinopolizare
buen desconstantinopolizador será.
PE (y erre)
Pedro Pablo Pérez Pereira
pobre pintor portugués
pinta pinturas por poca plata
para pasar por París.
PE (repetición algo complicada por la presencia de ce con sonido ca)
Paco Pino Ponte Pascual Pérez pinta pinturas preciosas para personas pudientes.
Para pobres pinta poco porque pagan poco precio.
PE (y ca)
El que poco coco come, poco coco compra;
el que con poca capa se tapa, poca capa se compra.
Como yo poco coco como, poco coco compro,
y como con poca capa me tapo, poca capa me compro.
PE (y erre)
Parra tenía una perra.
Guerra tenía una parra.
La perra de Parra subió a la parra de Guerra.
Guerra pegó con la porra a la perra de Parra.
Y Parra le dijo a Guerra:
-¿Por qué ha pegado Guerra con la porra a la perra de Parra?
Y Guerra le contestó:
-Si la perra de Parra no hubiera subido a la parra de Guerra,
Guerra no hubiese pegado con la porra a la perra de Parra.
PL (se confunde con pe al final)
Pancha plancha con cuatro planchas
¿Con cuántas planchas plancha Pancha?

LA CASTAÑERA DE ALFACAR

LA CASTAÑERA DE ALFACAR

CASTAÑERA: (Con cara triste y secándose de vez en cuando alguna lágrima con un pañuelo, mientras pasea y habla)

¡Qué preocupada estoy! Este año no llega el otoño. Las hojas de los árboles no se caen y, ni tan siquiera se ponen amarillas, ni marrones, ni rojas: están más verdes que nunca. Las golondrinas, las cigüeñas y las demás aves migratorias están muy extrañadas: hace un calorcito tan estupendo que todavía no se pueden marchar y ya echan de menos su viaje a África. No hay nubes en el cielo y, claro, no ha llovido nada. La gente sigue vestida con su ropa de verano, así que las chaquetas, las botas y los calcetines están aburridos y tristes en los armarios, porque todavía no han podido salir.

Y a mí, que todos los años me gusta acercarme al colegio Alfaguarilla por el mes de noviembre para ofrecerles a todos los niños y niñas mis ricas castañas asadas, aquí me veis, paseando alrededor del colegio sin poder hacer nada.

PEDRO: Señora castañera, la veo muy triste. ¿Por qué no está usted este año vendiendo castañas por el pueblo? ¿Le pasa algo?

CASTAÑERA: ¿Cómo queréis que esté, si en las fechas en que estamos aún no ha llegado el otoño? Parece que se hubiera quedado dormido y yo no puedo vender castañas porque todavía no están maduras. ¡Están tan verdes y tan tranquilas dentro de su casa pinchuda!

CARMEN: Y, ¿qué podemos hacer si el otoño no da señales de vida? Tendremos que pensar en algo, porque, desde luego, algo raro está pasando.

(Tras unos instantes de gestos pensativos, Ana dice:)

ANA: Mi abuela me contó que el otoño vive en la sierra de la Alfaguara, en las profundidades de la cueva del Agua. ¿Se habrá quedado allí dormido?

CARMEN: ¡Qué tontería! Eso son cuentos de abuelas.

CASTAÑERA: Pues yo no estaría tan segura. Yo creo que la única manera de comprobar si es verdad o no lo que te contó tu abuela es yendo a la cueva. Pero yo ya estoy un poco mayor para esos trotes.

PEDRO: No te preocupes, señora castañera, iremos nosotros.

CASTAÑERA: Podríais ir el sábado por la mañana, que no hay cole y han dicho en la tele que va a hacer buen tiempo.

CARMEN: Bueno, vale. Pero tenemos que salir temprano, que el camino no lo conocemos muy bien.

ANA: Pues nos llevaremos un mapa, una lupa y unos prismáticos, como los buenos exploradores.

CASTAÑERA: Todo saldrá bien, no os preocupéis. Además, si os pasa algo, seguro que os ayudarán los animalillos de la sierra que encontréis por el camino. Son muy buenos.

(Una música durante unos segundos y empieza la simulación de la excursión. Mientras caminan, cantan con la melodía de “La cucaracha”, esta canción:

LOS TRES NIÑOS:
La castañera, la castañera,
preocupada y triste está,
porque el otoño, en una cueva,
duerme cerca de Alfacar.

Hacia ella ya nos vamos,
lo queremos despertaar,
para que la castañera
venga al cole una vez máas.

La castañera, la castañera,
con nosotros jugará,
y sus castañas, ricas y asadas
con amor repartirá.

(Cuando acaban la canción, se detienen preocupados en el camino. Un jabalí está cerca de ellos, hozando ricamente)

PEDRO: El camino se separa en dos, uno a la izquierda y otro a la derecha. ¿Ahora qué hacemos? ¿Por dónde seguimos?

ANA: (Mientras mira por los prismáticos) Yo creo que por la izquierda.

CARMEN: No, no, a mí me suena que es por aquí, por la derecha.

ANA: Que no, que no, que es mejor por la izquierda.

CARMEN: Por la derecha.

ANA: Por la izquierda.

(Casi discutían, cuando un jabalí que las oyó les dijo:)

JABALÍ: ¿Qué os pasa? (Los tres niños dan un gran repullo) No hagáis tanto ruido, que mis oídos son muy sensibles y me estáis poniendo la cabeza como un bombo. ¡Qué falta de respeto, yo que estaba tan ricamente hozando ...!

ANA: Per-per-per-dón, per-per-do-ne, señor jabalí. Es que estamos buscando el otoño, porque todavía no ha llegado al colegio.

CARMEN: Debe de estar dormido todavía, y no sabemos qué camino seguir para despertarlo.

JABALÍ: ¡Ah! ¿Buscáis al señor otoño? Pues yo os voy a ayudar, porque, ¡vamos!, ¡que todavía no se haya despertado, clama al cielo!. Seguid el camino de la izquierda todo recto, después, a la derecha hasta que os encontréis un castaño gigante, que es la casa de un buen amigo mío. Él os indicará el resto del camino. (Hacen ademán de correr) No corráis, porque el camino es muy empinado.

PEDRO: ¿Quedará mucho? Ya estoy bastante cansado.

ANA: No, no, mirad. Allí está el gran castaño. Vamos, corred.

(Corren durante unos instantes, pero, antes de llegar al árbol, se detienen)

CARMEN: Esperad, esperad. Yo estoy un poco asustada. ¿Quién vivirá dentro de un castaño? No creo que sea ninguna persona. Debe de ser un animal salvaje.

(Mientras charlaban, salió del árbol una golondrina y se acercó a ellos)

GOLONDRINA: ¡Hola, amigos! Yo sé quienes sois. Os conozco porque paso muchos días por vuestro colegio y sé que buscáis al señor Otoño. Me lo ha dicho mi amigo jabalí. La verdad es que todos los animales y las plantas de la sierra estamos deseando de que llegue el otoño. Os voy a guiar hasta la cueva. Seguidme. Volaré muy bajito, para que me veáis bien y me sigáis sin problema. Vamos, venga. Os llevaré hasta la misma entrada de la cueva del Agua.

(Los niños siguen a la golondrina y llegan hasta la puerta de la cueva)

GOLONDRINA: Ya estamos. Esta gran piedra es la puerta de la cueva. Suerte, amigos. Adiós. (La golondrina se marcha)

(Los niños se acercan sigilosamente hasta la entrada y ponen el oído, con la mano sobre la oreja, para escuchar. Se oyen unos resoplidos)

SEÑOR OTOÑO: ¡Oj, oj, oj!

PEDRO: Dios mío, parecen ronquidos.

ANA: Claro que sí. Ya os lo dije: mi abuela tenía razón. Aquí vive el señor Otoño.

PEDRO Y CARMEN: (Gritando llaman al señor Otoño) ¡Señor Otoño, señor Otoño! (Pegan sus oídos a la piedra, para ver si escuchaban alguna respuesta. Como no es así, vuelven a insistir) ¡Señor Otoño, señor Otoño!

PEDRO: Nada. Está profundamente dormido. (Al público de la sala) Amigos, el señor Otoño no nos oye. ¿Podríais ayudarnos a llamarlo, a ver si, entre todos, conseguimos despertarlo?

CARMEN: Venga, chicos, ayudadnos. Cuando cuente tres, ¿vale? Una, dos y tres

LOS TRES NIÑOS Y EL PÚBLICO DE LA SALA: ¡Señor Otoño, señor Otoño!

(Pedro, Carmen y Ana, pegan, de nuevo, sus oídos a la piedra y se llevan un gran susto)

SEÑOR OTOÑO (Con voz fuerte y ronca): ¿Quién osa llamar a mi puerta para despertarme? (A continuación, el otoño, un hombre muy alto, de barbas blancas y largas, retira la puerta y, abriendo los ojos mientras se despereza, dice) ¡AAAAA!

(Los niños, asustados ante aquella aparición, retroceden)
CARMEN: (Tragando saliva por el susto) ¿Es usted el señor Otoño?

SEÑOR OTOÑO: Pues claro que sí. Os convertiré en sombras si no tenéis una buena razón para haberme despertado.

ANA: Por favor, señor Otoño, no se enfade. Venimos a hablar con usted.

PEDRO: Mire. Este año todavía no ha aparecido usted por nuestro pueblo y ya estamos en noviembre. No se han caído las hojas de los árboles, no han emigrado las aves, tenemos en nuestro cole el día 18 la fiesta de la castaña y aún no han madurado las ...

SEÑOR OTOÑO: ¡Callad! ¿Decís que ya estamos en noviembre?

(Los tres niños asienten con la cabeza) (El Otoño vuelve a preguntar a todos los chicos de la sala)

¿Seguro que estamos en noviembre? (Ante la respuesta de la sala) ¡Rayos y centellas! Me he quedado dormido. Gracias por despertarme. No os preocupéis. Esto lo arreglo yo en un abrir y cerrar de ojos. (Abrió su boca y empezó a soplar con fuerza: ¡SSSSS! Ayudadme, chicos, a echar frío por la boca y a soplar. (Los chicos lo hacen y, mientras, se incorpora la Castañera a la escena)

CASTAÑERA: Pero, ¿qué está pasando aquí? Anda, las hojas se están tornando amarillas y rojas, y ya están empezando a caerse de los árboles, como si fueran bailarinas que hacen una danza multicolor. ¡Y qué frío me está dando! Mirad: las nubes grises están cubriendo el cielo, y por allí veo una bandada de patos silvestres que vuela hacia el sur, hacia África. Me voy para la Fuente Grande, que ya es hora de montar mi puesto de castañas asadas.

(Los niños se despiden del Otoño, y salen corriendo ante la amenaza de tormenta)

LOS TRES NIÑOS: Adiós, señor otoño.

ANA: Nos vamos corriendo, que las finas gotitas de lluvia que caen de aquellos nubarrones nos avisan de que una gran tormenta se avecina.

CARMEN: Vamos a Fuente Grande, que, en otoño, está preciosa.

NARRADORA: Cuando los niños llegaron a Fuente Grande, había dejado de llover. El suelo era una alfombra de hojas que crujían cuando las pisaban. El cielo se había vestido con los colores del arco iris, y el aire se había perfumado con un olor muy agradable. Y allí estaba la castañera, feliz, pregonando su frase favorita:

CASTAÑERA: ¡Castañas, castañas calentitas!

NARRADORA: Y, mientras los niños se acercaban al fogón, la castañera, risueña, les dio las gracias y, guiñándoles un ojo, les ofreció un rico cucurucho de castañas recién asadas.

Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO.

domingo, 8 de marzo de 2009

Hay que crear afición por la lectura

Hay que crear afición por la lectura desde la infancia y conseg

Hay que crear afición por la lectura desde la infancia y conseguir que sea una actividad deseada y voluntariamente elegida. Los padres han de ser conscientes de la importancia de formar “buenos lectores” y esforzarse en conseguirlo, creando un ambiente propicio para convertir esta actividad en algo habitual, placentero y libre. En una casa en la que los hijos crecen rodeados de libros y, sobre todo, de un ambiente lector, hay muchas posibilidades de éxito en la formación integral de esa persona. El lector no nace, se hace. Son los padres los que deben inculcar a sus hijos esa afición. El niño que ve leer sabrá imitar estas actitudes. He aquí algunos consejos para despertar la afición por la lectura en la familia:

-Que los padres valoren la lectura

-Que los hijos vean leer a sus padres

-Que los padres lean en voz alta a los hijos desde pequeños

-Que los libros estén presentes en la casa

-Que exista en la casa un lugar donde se pueda leer en silencio

-Que esté establecido un horario de lectura diario

-Que hablar de libros sea un tema frecuente de conversación

-Que los libros sean un regalo habitual

-Que debemos enseñar a los hijos a cuidar los libros.

-Que debemos animar a los hijos a formar su propia biblioteca.

-Que debemos acudir con ellos a las librerías, a las bibliotecas públicas, escolares, etc.


La ciudad de Venecia está engondolada, ¿quién la desengodolará? El desengodolador que la desengondolare, buen desengondolador será.







Si mi gusto gustase del gusto que gusta el gusto de usted... pero es al revés: que mi gusto no gusta del gusto que gusta el gusto de usted.







Si su gusto gustara del gusto que gusta mi gusto, mi gusto también gustaría del gusto que gusta su gusto. Pero como su gusto no gusta del gusto que gusta mi gusto, mi gusto no gusta del gusto que gusta su gusto.

jueves, 5 de marzo de 2009

LA CABRA

EL FUEGO

LA MALVA

El gallo quirico

Este es el cuento del gallo Quirico que fue a la boda de su tío Perico muy arregladito y muy peinaico. Por el camino se encontró un montón de estiércol donde estaba gusanito. El gallo Quirico que tenia mucha hambre pensó: si pico me llenare el pico. Pico o no pico... , pico o no pico... y picó y el pico se lo llenó.

Siguió andando y andando hasta que se encontró con la malva y le dijo:

- No, no quiero.

Y el gallo Quirico siguió andando y andando hasta que se encontró a la cabra y le dijo:

- Cabra comete a la malva que no ha querido limpiarme el pico que voy a la boda de mi tío Perico muy arreglaito y muy peinaico.

La cabra le contestó:

- No, no quiero.

Y el gallo Quirico siguió su camino hasta que se encontró con un palo y le dijo:

- Palo pégale a la cabra que no se ha querido comer a la malva que la malva no me ha querido limpiar el pico para ir a la boda de mi tío Perico.

- No, no quiero – contestó el Palo.

Y gallo Quirico siguió andando hasta que se encontró con el fuego y le dijo:

- Fuego quema al Palo que no ha querido pegarle a la cabra, que la cabra no se ha querido comer a la malva, que la malva no me ha querido limpiar el pico para ir a la boda de mi tío Perico.

- No quiero, respondió el Fuego.

Y gallo Quirico siguió andando y andando hasta que se encontró con el Agua y le dijo:

- Agua apaga al Fuego que no ha querido quemar al Palo, que el Palo no ha querido pegarle a la cabra, que la Cabra no ha querido comerse a la malva, que la malva no me ha querido limpiarme el pico para ir a la boda de mi tío perico.

- No quiero – dijo el agua.

Y el gallo Quirico siguió andando, andando, andando... hasta que se encontró con el Sol y le dijo:

- Sol evapora el agua que no ha querido apagar al fuego, que el fuego no ha querido quemar al palo, que el palo no ha querido pegar a la cabra, que la cabra no se ha querido comerse a la malva, que la malva no me ha querido limpiar el pico para ir a la boda de mi tío Perico.

- Esta bien amigo gallo, hoy te voy ha hacer este favor ya que tu me saludas muy temprano todas las mañanas con mucha alegría.

Entonces el agua dijo:

- Está bien apagaré el fuego

Y el fuego dijo:

- ¡No, que yo quemaré al Palo!

El palo dijo:

- ¡ No, que yo pegaré a la cabra!

Y la cabra dijo:

¡No, que yo me comeré a la malva!

Y la malva dijo:

- ¡ No, que yo le limpiaré el pico! Y se lo limpió.

Y así el gallo Quirico se fue a la boda del tío Perico muy arregladito y muy peinaico. Pero cuando llegó no quedaba triguito, y este es el castigo que recibió por comerse a gusanito, que era lo prohibido.

Por Francisco Javier Haro Fernandez

Esta es la verdadera historia del gallo Kiriko

Cuento Tradicional

Esta es la verdadera historia del gallo Kiriko que iba a la boda del tío Perico, y en el camino encontró una boñiga de burro que tenía muchos granos de cebada, tenía mucha hambre, y era muy goloso. "¿Que hago, si la pico me mancharé el pico y no podré ir a la boda del tío Perico? ¿Que hago, pico o no pico?, ¿pico o no pico?, ¿pico o no pico?", y al final picó, y claro, su pico se manchó.
Andando andando se encontró a una hierba, y le pidió: —Hierba, hierbita, límpiame el pico que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y le contestó la hierba: —¡No quiero!
Andando andando se encontró a una cabra y le pidió: —Cabra, comete la hierba, que no quiere limpiarme el pico que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y le contestó la cabra: —¡No quiero!
Andando andando se encontró a un lobo y le pidió: —Lobo, mata a la cabra, que no quiere comerse la hierba, que no quiere limpiarme el pico que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y el lobo le dijo: —¡No quiero!
Andando andando se encontró a un perro y le pidió: —Perro, muerde al lobo que no quiere matar a la cabra, que no quiere comerse la hierba, que no quiere limpiarme el pico, que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y el perro le dijo: —¡No quiero!
Andando andando se encontró a un palo y le pidió: —Palo, pégale al perro, que no quiere morder al lobo, que no quiere matar a la cabra, que no quiere comerse la hierba, que no quiere limpiarme el pico, que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y el palo dijo: —¡No quiero!
Andando andando se encontró un fuego y le pidió: —Fuego, quema al palo, que no quiere pegarle al perro, que no quiere morder al lobo, que no quiere matar a la cabra, que no quiere comerse la hierba, que no quiere limpiarme el pico, que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y el fuego le dijo: —¡No quiero!
Andando andando se encontró un charco y le pidió: —Agua, apaga el fuego, que no quiere quemar al palo, que no quiere pegarle al perro, que no quiere morder al lobo, que no quiere matar a la cabra, que no quiere comerse la hierba, que no quiere limpiarme el pico, que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y el agua le dijo: —¡No quiero!.
Andando andando se encontró un burro y le pidió: —Burro, bébete el agua, que no quiere apagar el fuego, que no quiere quemar el palo, que no quiere pegarle al perro, que no quiere morder al lobo, que no quiere matar a la cabra, que no quiere comerse la hierba, que no quiere limpiarme el pico, que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y el burro le dijo: —¡No quiero!
Andando andando se encontró un cuchillo y le pidió: —Cuchillo, pincha al burro, que no quiere beberse el agua, que no quiere apagar el fuego, que no quiere quemar el palo, que no quiere pegarle al perro, que no quiere morder al lobo, que no quiere matar a la cabra, que no quiere comerse a la hierba, que no quiere limpiarme el pico, que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y el cuchillo le dijo: —¡No quiero!
Andando andando se encontró a un herrero y le pidió: —Herrero, rompe el cuchillo, que no quiere pinchar al burro, que no quiere beberse el agua, que no quiere apagar el fuego, que no quiere quemar el palo, que no quiere pegarle al perro, que no quiere morder al lobo, que no quiere matar a la cabra, que no quiere comerse la hierba, que no quiere limpiarme el pico, que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y el herrero le dijo: —¡No quiero!
Andando andando se encontró a la muerte y le pidió: —Muerte, llévate al herrero, que no quiere romper el cuchillo, que no quiere pinchar al burro, que no quiere beberse el agua, que no quiere apagar el fuego, que no quiere quemar el palo, que no quiere pegarle al perro, que no quiere morder al lobo, que no quiere matar a la cabra, que no quiere comerse a la hierba, que no quiere limpiarme el pico, que me lo he manchado y no puedo ir a la boda del tío Perico.
Y la muerte le dijo: —Muy bien.
Entonces la muerte se fue a llevar al herrero, que se salió corriendo a romper el cuchillo, que brincó a pinchar al burro, que trotó a beberse al agua, que fluyó a apagar al fuego, que voló a quemar al palo, que rodó a pegarle al perro, que corrió morder al lobo, que saltó a matar a la cabra, que brincó a comerse la hierba, que deprisa deprisa le limpió el pico al gallo Kiriko, para que fuese a la boda del tío Perico.
Pero como se había entretenido tanto, llegó tarde cuando ya no quedaba carne y cuando vieron un gallo tan hermoso... Corriendo lo mataron y a la olla lo echaron.

Y todos comieron y a mi no me dieron.

EL GALLO PERICO por PM EN SANTA MARÍA DE LA VEGA

Coplas, cantares, músicas, poemas, del pueblo y la comarca :: EL GALLO PERICO




EL GALLO PERICO por PM



Cuentos de nuestros abuelos. Enviado por un colaborador en la web de Quiruelas. La mayoría habíamos oído algo. Pero... ¿Entero?


Voy a explicar el cuento de "El Gallo de mi tio Perico", un cuento que cuando yo era pequeño me lo explicaban en el pueblo mis padres y seguramente a ellos mis abuelos y demás antecesores, desconociendo de cuándo y dónde proviene. A pesar del tiempo y de los años trascurridos, no me he olvidades de èl y ahora yo con casi 60 tacos se lo explico a mis nietos después de haberlo hecho con mis hijas cuando eran pequeñas. Pues para que no se pierda y perdure, ahí va:

Había una vez un gallo que quería ir a la boda de su tio Perico, y para ello tenía que emprender un largo viaje ya que su tio vivía muy lejos.
Después de varios días de camino y ya con mucha hambre, se encontró una cagada llena de trigo y dijo: si pico me mancho el pico y si no pico me muero de hambre.
Después de dudar durante un rato, picó y se mancho el pico.
Continuó el viaje y se encontró con una malva y le dijo: malva, limpiame el pico para ir a la boda de mi tio Perico. Y la malava le dijo: no quiero.
Siguió el viaje y por el camino se encontró a una oveja y le dijo: oveja, cómete a la malva que la malva no quiso limpiarme el pico para ir a la boda de mi tio Perico. Y la oveja le dijo: no quiero.
Más adelante se encontró a un lobo y le dijo: lobo, cómete a la oveja, que la oveja no quiso comerse a la malva, la malva no quiso limpiarme el pico para ir a la boda de mi tio Perico. Y el lobo dijo: no quiero.
Luego se encontró a un perro y le dijo: perro, cómete al lobo, que el lobo no quiso comerse a la oveja, la oveja no quiso comerse a la malva y la malva no quiso limpiarme el pico para ir a la boda de mi tio Perico. Y el perro dijo: no quiero.
Después se encontró a un palo y le dijo: palo, pega al perro, que el perro no quiso comerse al lobo, el lobo no quiso comerse a la oveja, la oveja no quiso comerse a la malva y la malva no quiso limpiarme el pico para ir a la boda de mi tio Perico. Y el palo le dijo: no quiero.
Continuando su viaje se encontró con una lumbre y le dijo: lumbre, quema el palo, que el palo no quiso pegar al perro, el perro no quiso comer al lobo, el lobo no quiso comer a la oveja, la oveja no quiso comer a la malva y la malva no quiso limpiarme el pico para ir a la boda de mi tio Perico. Y la lumbre le dijo: no quiero.
Más adelante, se encontró con el agua y le dijo: agua, apaga la lumbre, que la lumbre no quiso quemar el palo, el palo no quiso pegarle al perro, el perro no quiso comer al lobo, el lobo no quiso comer a la oveja, la oveja no quiso comer a la malva y la malva no quiso limpiarme el pico para ir a la boda de mo tio Perico. Y el agua le dijo: no quiero.
Por último, se encontró con un burro y le dijo: burro, bebe el agua, que el agua no quiso apagar la lumbre, la lumbre no quiso quemar el palo, el palo no quiso pegarle al perro, el perro no quiso comer al lobo, el lobo no quiso comer a la oveja, la oveja no quiso comer a la malva y la malva no quiso limpiarme el pico para ir a la boba de mi tio Perico. Y el burro le dijo: no quiero.
Entonces se les preguntaba a los que escuchaban el cuento por el último animal que se había nombrado y todos contestaban de inmediato: "¡el burro!", y el que explicaba el cuento añadía: ¿El burro?, pues... álzale el rabo y bésale en el culo. Y todos acababan con una sonora risa.
Al final no se sabe si el gallo llegó a la boda de su tío Perico, nunca nos lo explicaron, pero se supone que encontró alguna solució a su pico manchado con la cagaba de trigo y pudo asistir feliz a la boda de su tio Perico. Y como todos los cuentos acaba así: Colorín colorado este cuento se ha acabado.

A ver si somos capaces de seguir contando el mismo cuento a nuestros hijos, nietos y demás descendencia.

Un saludo de un Quiruelense en Cataluña. Emilio