Este otro cuento ocurrió también en los campos de mi pueblo y es un cuento más de zorras y pájaros que no sé yo muy bien por qué, pero no acaban de ser amigos nunca.
Y es que la zorra gusta de comerse cuanto pajarito alcanza a cazar y estos pajaritos tienen buen cuidado en ponerse lejos de la zorra y es que..... menos mal que las zorras no pueden volar porque si no vete tú a saber si quedaría algún pajarito en el mundo que lo pudiese contar.
Pues bien no me entretengo más y cuento ya lo que venido a contar que es el cuento del pájaro miarro que una mañana se despertó helado bajo la escarcha..... Pero no, no era así como comenzaba este cuento.....que os cuento.
Comienza este cuento una mañana muy fría de un invierno, allá en mi pueblo de mucho frío, mientras en viento aúlla a lo lejos y se deja venir un viento gélido que parece que viene del polo. Tantisimo frío hacía que un pajarito amaneció helado bajo la escarcha, tan helado que no podía andar, moverse y mucho menos echar a volar.
En esto que una zorra que vivía cerca se levantó hambrienta y comenzó a olfatear por si encontraba alguna pieza que llevarse a la boca.
Vio al pájaro, se dio cuenta de lo que le pasaba y se acercó.
Sin la menor lástima se dijo:
-¡Ah , que buen desayuno voy a tener esta mañana!
Se disponía a comerse al pajarito cuando éste le suplicó:
-No zorra, no me comas aún, mira que estoy helado y te sentaré mal y te dolerá el estómago. Será mejor que esperes un poco para comerme. Ponme primero al sol que me seque un poquito; después podrás comerme.
Esto hizo la zorra que creyó lo que le dijo el pájaro. Tenía mucha hambre y sólo pensaba en lo que tardaría y en el momento de comérselo.
Paso un rato, el pajarito que ya estaba seco por el lado que le daba el sol le dijo:
-Dame ahora la vuelta para que me seque por el otro lado. Después podrás comerme.
Con cuidado cogió la zorra al pájaro, así lo hizo y le dio la vuelta.
Paso un rato, el pájaro se encontraba ya seco y la zorra más hambrienta a cada momento que pasaba se disponía a comérselo.
Por último- dijo éste- para comerme has de decir bien alto por tres veces:
-Pájaro miarro comí, pájaro miarro comí, pájaro miarro comí.
Eso mismo hizo la zorra deseando como estaba de comenzar a comer, grito bien alto:
-Pájaro miarro comí, pájaro miarro.....................
Mientras tanto el pajarito ya bien seco echó a volar, voló libre, volaba feliz, más feliz que nunca de ser pájaro, de tener alas, mientras gritaba también el:
-A otro será que no a mí, a otro será que no a.........
Hasta aquí este cuento que me contaron y yo te cuento a ti, para que sepas tú lo que paso aquel año que hizo un invierno tan frío y aquella mañana que la zorra quiso comerse al pobre pajarito, que se había quedado helado bajo la escarcha.
Ángel Gutiérrez Rubio
Popular Puebla de Don Fadrique
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